El prisionero, de Rafael Avendaño y Juan Gallardo

Me honra inaugurar este faro, en el que intentaremos difundir la buena literatura, reseñando una novela escrita por dos grandes de las letras, un binomio cuya firma es en sí misma sinónimo de éxito rotundo. Parecería que estos Midas de nuestro tiempo son capaces de convertir en oro las letras con sólo modelarlas con su talento. Quien quiera invertir en sí mismo o regalar calidad no se arrepentirá de adquirir esta novela.

El prisionero, una novela para leer de pie.

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Planeta: Biografía de los autores

Acabas de presenciar la escena final de la obra de teatro que te ha hecho vibrar hasta los cimientos: te pones de pie y ovacionas. Entra en la sala la celebridad a quien aguardas: te pones de pie y saludas con respeto. Tu país gana la copa del mundo: te pones de pie y lo festejas. Llega a tus manos la novela El prisionero, de Rafael Avendaño y Juan Gallardo: ¡ponte de pie y disfrútala! Vibrarás con su historia, ovacionarás su ingenio y festejarás sus aciertos. Y si para ponerte de pie no te basta con lo dicho, serán los propios autores quienes, con maestría de expertos, te harán abandonar tu sillón de lector acostumbrado para enfrentarte de pronto con una obra diferente, inquietante y exquisita.

En efecto. Tras el rotundo éxito de Todo lo que nunca hiciste por mí, primera parte de una trilogía cuya segunda entrega esperamos con verdaderas ansias sus lectores, el binomio autoral formado por Rafael Avendaño y Juan Gallardo vuelve a sorprendernos con un trabajo literario de excelencia. Con una prosa inteligente, a la vez intensa y ágil, y una narración sin ambages teñida de calidez humana y fino sentido del humor, nos presenta una galería de personajes y situaciones ante la que es imposible permanecer indiferente.

Al abrir el libro, lo primero que llama la atención es un narrador en segunda persona, bastante inusual en el género y que parece guiñar un ojo cómplice al lector en una invitación casi lúdica a acompañarlo. Un matrimonio maduro, un día de amor en París, una cena romántica en la oscuridad y, por fin, un concierto que acaba en tragedia. Y acaso, también una pregunta muda, implícita en la segunda persona: tú… ¿qué hubieras hecho tú?Una vez puestos en marcha, una vez iniciada la lectura, ya no habrá vuelta atrás. Será entonces Paul Herbert, el protagonista, quien asumirá en primera persona la narración de su historia; y será esta voz narradora la que, a la manera de un rompecabezas ingenioso y delicado como un mecanismo de relojería, con un ritmo trepidante, un estilo cuidado y sin fisuras y un impecable manejo del suspenso, conducirá al lector a través de cornisas temporales que oscilan entre el antes y el ahora hasta arribar a un final que impacta por original e inesperado, en el que nada es lo que parece.

Como en un juego de espejos deformantes, Paul, en la novela, escribe e imagina una novela cuyo protagonista es un escritor que lleva su propio nombre y quizás también una vida alternativa a la suya. Ficción sobre ficción, máscara sobre máscara, las líneas se entrelazan en un proceso continuo de retroalimentación, tejiendo en torno a Paul una red que acaso nos remite a sutiles pero posibles ambivalencias en el título de la obra. El prisionero es la historia de un periodista que brega por recuperar sus recuerdos en una carrera a contrarreloj, la historia de un hombre al límite, pero capaz aun entonces de un último acto de grandeza. El inquietante empleo de los verbos en presente a lo largo de la narración impide que el lector pueda considerarla como un relato cerrado y concluido: la historia tiene lugar mientras se la lee; seduce, interroga, involucra. La palabra no es aquí un fin en sí misma sino un medio, un vehículo, una excusa. Por otra parte, el juego dialógico que se establece con autores como Brecht, Dickens, Nietzsche y hasta con las ideas socráticas añade un nivel de profundidad que permite el compromiso y la identificación o el cuestionamiento ideológico. Las reiteradas alusiones cinematográficas movilizan la trama como si se tratara de un motor oculto. Toda la novela es un canto al hombre, al ser humano en toda su mezquindad y su nobleza, con sus colores y sus zonas grises, con su realidad y su potencial para modificarla.

Celebro y saludo, de pie, este invalorable regalo que Rafael Avendaño y Juan Gallardo hacen hoy a la literatura, y auguro a esta creación todo el éxito de una obra que va a marcar diferencia.

4 comentarios sobre “El prisionero, de Rafael Avendaño y Juan Gallardo

    1. La suscripción a este blog es absolutamente gratuita. Leer las reseñas también lo es. Lo único que sí tiene costo, obviamente, es la compra de los libros cuando uno elige comprarlos por las opciones que figuran y figurarán en cada post, pero eso es absolutamente ajeno al blog. Lunik o que intento es difundir las obras, reseñando las, y presentar las diferentes opciones de compra de cada uno de los libros que iré reseñando para que quien quiera pueda adquirirlos. Muchas gracias por tu interés

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